Antonio Penadés

Es muy fácil también sentirse atraído por la figura de Laura Olmos, la protagonista, y tratar en todo momento de acompañar a esta joven psicóloga en sus peripecias y en sus intentos por resolver los conflictos que le atormentan. El resto de los personajes están también muy logrados, en especial la madre de Laura e Iñaki, un expresidiario vasco con prisas por recomponer su empresa y su vida.

 

En El cuarto disparo, también publicada por Javier Lacomba ya nos sorprendió con un argumento que engancha, con unos personajes que inundan las escenas y con un final espectacular: un desenlace redondo que une todos los cabos sueltos de la manera más coherente e inesperada. Ahora, en su segunda novela, lo ha vuelto a hacer. Lacomba cambia la sociedad norteamericana de los años ’60 por un escenario mucho más cercano, las ciudades de Valencia y San Sebastián en nuestros días, pero acaso el conflicto que aquí muestra es acaso más complejo y elaborado aún.

 

El mosaico de situaciones entrelazadas coinciden con los universos que Lacomba conoce a fondo: el derecho, las investigaciones en curso, los gimnasios y el fitness, el mundo de la empresa, los festivales de cine, la crítica literaria y cinéfila… Y, por supuesto, el desarrollo de un juicio, reservado para el desenlace final. Ese conocimiento de primera mano, que implica mostrar sin pretenderlo que se ha pisado el suelo en el que uno se está moviendo, aderezado con un sinfín de frases ingeniosas, brillantes y siempre al servicio del argumento y de la caracterización los personajes, es seguramente el mayor activo de esta obra. Una excelente novela escrita por quien está llamado a ser, si persevera en esta misma vía, uno de los grandes de la literatura actual en España.