Reseña de “Viaje a la Grecia clásica” en la Revista Cultural Mercurio
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«Sea Ulises tu guía / al viajar por tu vida, compañero. / Tapona tus oídos contra toda sirena, / átate al duro mástil de tu barca. / Y, obediente a tu brújula secreta, / pon rumbo a la aventura irrenunciable: / el viaje hacia ti mismo». Este poema de José Luis Sampedro, citado al comienzo de uno de los capítulos del libro que nos ocupa, puede hacer las veces de exordio sobre lo que hallamos en sus páginas. Un volumen, a medio camino entre la crónica de viajes y el ensayo filosófico, que sigue las huellas del periplo de Jerjes, en el siglo V a.C., cuando al frente de su magnífica flota buscó anexionar a su imperio la Grecia que abarcaba de Alexandrópolis a las Termópilas, inmiscuyendo al lector en medio de algunas de las batallas más cruciales y —a qué ocultarlo— sanguinarias de la historia.
Continuación natural de su anterior “Tras las huellas de Heródoto” (Almuzara, 2015), aquí el historiador y periodista Antonio Penadés (Valencia, 1970) rememora cómo le impactó siendo joven «la capacidad de asombro de aquel griego antiguo, esa misma curiosidad y la necesidad de alimentar su espíritu que le llevó a recorrer una nación tras otra»; fue entonces cuando descubrió que «los hechos históricos se asientan de verdad cuando se enlazan con la geografía y se pisan sus escenarios». Esta es la verdad fundamental que mueve esta obra de amplia erudición orgánicamente tejida y asombrosa elevación espiritual, donde se recupera la literatura de viajes que, como el resto de géneros que hoy perviven sería invención griega.
Además de Homero, el autor se inspira en autores como Aristeas de Proconeso, Escílax de Carianda, Hecateo de Mileto, Ctesias de Cnido, Agatárquides, Nearco, Megástenes, Apolonio de Rodas o el propio Heródoto («el mejor cronista de viajes de la Antigüedad») para realizar parada en escenarios apasionantes o impactantes de la historia de Occidente: desde los monasterios del monte Athos, donde el estricto control del turismo conserva espacios que se mantienen fieles a las leyes medievales, a los campos de refugiados —que ya existieron en el mundo antiguo— de Drama e Idomeni, condenados a seguir narrándose dentro de otro siglo si todo sigue su (in)humano curso. En esa tradición viajera el autor, también novelista y ensayista siempre comprometido en defensa de las devaluadas humanidades, demuestra que estamos ante uno de los géneros que más tiene de revelador sobre (precisamente) la condición humana, haciéndonos conscientes a cada paso —literalmente— de cuál ha sido nuestro legado a lo largo de todos estos siglos y de cómo la Historia se plasma en el paisaje y en la tierra que aún podemos pisar, acaso constituyendo la parte más evidenciable de eso que llamamos posteridad.
No extraña en absoluto que en la entrega del Premio de la Crítica Literaria Valenciana 2021 al mejor ensayo que recibió este Viaje a la Grecia Clásica, la autora y editora Gloria de Frutos destacara en nombre del jurado su «narrativa sencilla, dinámica, a veces dotada con una leve ironía, otras con emoción contenida ante la toma de conciencia del paso del tiempo y sus consecuencias». Como describe el helenista Pedro Olalla en su prólogo, Penadés «certifica la vieja intuición de que todo lugar es, en el fondo, lo que cada uno consiga proyectar sobre él», una proyección que sin duda brilla en esta aventura irrenunciable —que diría Sampedro— de conocimiento y autoconocimiento.